04 mayo 2011

El lugar de nacimiento del ojo humano

Un grupo interdisciplinario de investigadores pide a otros científicos que les ayuden a entender cómo se han desarrollado algunas de las características de la visión humana. El equipo, dirigido por Gasper Tkacik, un físico de la universidad de Pensilvania, ha compilado una base de datos de alrededor de 5000 imágenes de la región del Delta Okavango en Botswana.

Se cree que este hábitat de sabana tropical es similar a las condiciones que existían en Africa hace alrededor de 20 a 30 millones de años, en el tiempo de los orígenes de los monos del Viejo Mundo, cuando se cree que han evolucionado las adaptaciones básicas en nuestro sistema visual.

Las fotos fueron tomadas por la neurocientífica Lucía Seyfarth, una de las colegas de Tkacik, y son similares a lo visto por nuestros antepasados remotos cuando vivieron en este entorno. Las imágenes incluyen los árboles, el terreno, los arbustos y fueron tomadas, por ejemplo, mientras Lucía seguía a una manada de babuinos. Otras imágenes fueron diseñadas para variar el rango de parámetros incluyendo la profundidad de las tomas y la hora del día, y todas ellas han sido cargadas a una base de datos en la Universidad de Pensillvania.

Una de las características del ojo humano es su sorprendente habilidad para distinguir entre un amplio rango de colores gracias a las células del fondo del ojo conocidas como conos y bastones fotorreceptores. En términos de su función, los bastones se caracterizan por ser más efectivos en iluminación baja, dándonos una cantidad útil de visión nocturna.

Los conos, por otro lado, le permiten al ojo ver el espectro completo de colores a plena luz del día. Vienen en tres variedades llamadas L, M y S, que detectan las secciones rojo, verde y azul del espectro respectivamente.

Un estudio publicado el año pasado, basado en la base de datos de Botswana, sugiere que las relaciones particulares entre las distintas variedades de conos son teóricamente óptimas para capturar la información de color tanto como sea posible de nuestros entornos visuales. “La base de datos ha sido deseñada para permitir a los científicos investigar ésta y otras cuestiones similares acerca de la arquitectura de nuestra retina, y tratar de entender los hallazgos anatómicos particulares como adaptaciones evolutivas a nuestro entorno,” dijo Tkacik.

Además de ayudar a la ciencia básica, la base de datos también puede ayudar a científicos de la computación para desarrollar nuevos sistemas de inteligencia artificial. Tkacik cree, por ejemplo, que podría conducir a una “máquina de visión” más avanzada. Esto ya se usa en las redes sociales y fotografía para identificar caras y ciertos objetos dentro de las fotos. También podría ayudar a desarrollar escenas más realistas en simuladores de computadora y videojuegos donde las gráficas dinámicas necesitan ser comprimidas sin perder fidelidad para que el ojo las vea más reales.

Referencias: